Mundial de clubes: ¿Un 'torneucho' o el Santo Grial de los torneos?

Enfoque que sería el contrario si el equipo clasificado fuera el culé y el ausente el madridista.

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Mundial de clubes: ¿Un 'torneucho' o el Santo Grial de los torneos?

Si eres del Barça, el Mundial de clubes es un 'torneucho' de verano sin trascendencia ninguna. Si eres del Madrid, este Mundial es el torneo de los torneos. El Santo Grial que tapará todas las desdichas recientes. Todo es cuestión de enfoque y de bufanda, como siempre. Enfoque que sería el contrario si el equipo clasificado fuera el culé y el ausente el madridista.

Para los detractores de este nuevo formato, el Mundial de Clubes no es más que un torneo inflado, sin historia ni atractivo, que distorsiona la jerarquía del fútbol mundial. Tienen argumentos a su favor, pero esta postura resulta parcial y oportunista. A los culés se les ve el plumero y están preparando el terreno para deslegitimar un posiible éxito de su máximo rival, en caso de que se produjese. La realidad es que al Barça y a los barcelonistas les encantaría estar en este escaparate, por motivos económicos y por la repercusión mediática. Cualquier gran equipo del mundo querría añadir este trofeo en sus vitrinas, especialmente en esta primera edición. Además, cabe añadir que si el Barça no juega el torneo es porque no cumplió los requisitos para ello ni se ganó la plaza por méritos deportivos. 

Por otro lado están quienes defienden el torneo a capa y espada, negándose a reconocer sus evidentes carencias estructurales. Y curiosamente casi todos los defensores a ultranza de este torneo son del Madrid. El Mundial de Clubes, más allá de su envoltorio atractivo, está hecho por y para los ricos. Tal y como está planteado, presenta serias deficiencias. Con un calendario internacional ya saturado, introducir una competición de estas dimensiones pone una carga adicional sobre los jugadores y los equipos, muchos de los cuales ya enfrentan una temporada agotadora con ligas nacionales, copas locales, competiciones continentales y compromisos internacionales. Además, el formato de participación de 32 equipos, similar al de la Copa del Mundo de selecciones, puede parecer atractivo en el papel, pero plantea interrogantes sobre la calidad de algunos partidos (ayer tuvimos un buen ejemplo) y la relevancia deportiva de incluir a ciertos equipos que apenas tienen méritos competitivos.

En segundo lugar, el aspecto económico no puede pasarse por alto. El Mundial de Clubes es una creación de la FIFA, que busca maximizar ingresos y expandir su marca globalmente. Si bien esto no es intrínsecamente negativo, el problema radica en que esta obsesión por los beneficios económicos deja en un segundo plano la equidad deportiva y el desarrollo del fútbol a nivel global. Los equipos participantes recibirán premios millonarios que seguirán concentrando los recursos en manos de unos pocos, ampliando la brecha entre los clubes élite y el resto.

No obstante, también es cierto que el Mundial de Clubes ofrece oportunidades que no deben ser ignoradas. En un mundo futbolístico donde las ligas nacionales están cada vez más polarizadas, esta competición podría ser una plataforma para que equipos de diferentes continentes se enfrenten y se midan en igualdad de condiciones, promoviendo un verdadero intercambio global. Además, puede servir como escaparate para jugadores y clubes menos conocidos, lo que en teoría podría contribuir al desarrollo del deporte en regiones que tradicionalmente han estado en la periferia del fútbol mundial.

El problema central, sin embargo, es que estas potencialidades están lejos de ser aprovechadas en el formato actual. En lugar de ser un torneo inclusivo y representativo, el Mundial de Clubes parece concebido para consolidar el dominio de las potencias económicas del fútbol. La solución no es sencilla, pero pasa por reconocer los defectos y las virtudes del torneo de manera honesta y sin la influencia de las bufandas. Es necesario establecer criterios de clasificación más controlados para que haya menos potencias mundiales que se queden fuera. También se debería incluir la última temporada dentro de los baremos clasificatoprios para evitar que equipos con grandes estrellas como Barça o Liverpool se queden fuera tras un gran año.

Una vez más somos testigos de ridículos rebates. No pasa nada por decir que esta primera experiencia no es perfecta; estamos viendos campos semivacíos, equipos que llegan con mucho desgaste y otros que no alcanzan el nivel para ser minimamente competitivos. Además no sabemos cual va a ser el peaje físico que los equipos participantes sufran la próxima temporada. Pero no por ello, hay que criticar todo lo que este mundial de clubes aporta. Ni este Mundial es el Santo Grial en caso de ganarlo el Madrid, ni tampoco es un torneucho de tres cuartos que no le importa a nadie. Dejemos de analizar todo con la bufanda en el cuello.