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EDITORIAL: El nuevo Lamine Yamal
Lamine Yamal, tal como lo conocemos, va a dejar de existir. Cada vez será más difícil ejercer de entrenador con un chico que más que un jugador de fútbol es ya una multinacional andante.
Lamine Yamal, tal como lo conocemos, va a dejar de existir. Su genialidad y su talento son incontenibles, pero también tiene pinta de serlo su carácter. Este año, sus entrenadores han podido ejercer cierto control sobre él, como debería ser natural con un futbolista de 17 años, pero cada vez será más difícil ejercer de entrenador con un chico que más que un jugador de fútbol es ya una multinacional andante.
El nuevo Lamine tendrá ya 18 años. El nuevo Lamine lucirá el dorsal nº 10. El nuevo Lamine cobrará 19,3 millones de euros. El nuevo Lamine querrá tirar los penaltis, como el del pasado jueves VS Francia. El nuevo Lamine querrá tirar las faltas, como una que lanzó a las nubes ayer VS Portugal. El nuevo Lamine no querrá que lo cambien (tampoco lo quería el antiguo Lamine), pero posiblemente el nuevo Lamine vaya más allá y no esté dispuesto a dejarse cambiar (al menos sin que haya consecuencias). Ojalá me equivoque, pero ciertos vicios y tics nos conducen inevitablemente hacia la eclosión de un monstruo de diez cabezas que será difícil de contener.
Todo lo que enumero en el párrafo anterior dará exactamente igual mientras cuando salte al verde Lamine Yamal sigua siendo Lamine Yamal, es decir, el mejor jugador del planeta. Si rinde como tal y lo hace cada tres días, todo lo anterior será un peaje dulce que cualquier equipo estaría dispuesto a pagar. Pero los riesgos por el camino son numerosos e irán a más. A Lamine ya no se le va a pasar por alto un mal partido y más si es con un título en juego como el de ayer. Si en lugar de ser un mal día son dos malos días, sus tik-toks o sus tintes de pelo dejarán de tener gracia. Si en lugar de ser dos son tres, sus declaraciones insolentes y pretenciosas dejarán de justificarse.
Para el nuevo Lamine Yamal no va a ser fácil ser él mismo, y posiblemente todavía no lo sepa. Y no hablo de los haters del bando contrario que esperan cualquier mínimo tropezón para exponerle, hablo de la gran responsabilidad que conlleva el reto de asumir el trono de mejor futbolista del planeta. Lamine tiene una calidad inagotable, un carisma indudable y un liderazgo natural que se intuye aunque todavía no sabemos como lo ejercerá ni como influirá en sus equipos. A partir de la próxima temporada empieza el reto de verdad y habrá que medirle en las buenas y en las malas. Veremos si sus entrenadores se atreven a cambiarle, si sus compañeros se atreven a quitarle un penalti.
Veremos si su entorno, comenzando por su padre, no le conduce al abismo. Veremos si sabe rodearse de gente que vaya más allá de reirle las gracias. Veremos hacia donde evoluciona en el campo, si es capaz de sacrificarse en presiones y retornos defensivos que cada vez le dará más pereza hacer. Veremos si mantiene la calma cuando algún estadio la tome con él o cuando algún árbitro se le cruce por el camino.
Seguramente estemos ante el chico más especial que ha habido, al menos a su edad. Y no me preocupan partidos malos como el de ayer. Messi también los tuvo, y muchos. Lo importante será la capacidad de aprender de ellos, de sacar las lecturas correctas o de mantener la humildad de querer escuchar a quienes te quieran ayudar. No será fácil domar al nuevo Lamine Yamal, pero si se le quiere domar tiene que ser ahora, y no cuando ya sea tarde.
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